Los procesos de autoaceptación de aquellos que a priori sufren las consecuencias de su “diversidad” dan para llenar miles de páginas, aunque comparten elementos recurrentes: el miedo al rechazo, la voluntad de escapar del conflicto fingiendo su homogeneización con la masa (o buscándola realmente) y la aceptación del castigo convencidos de que el fallo está en ellos y son merecedores del rechazo.
Estas pautas se dan también en el relato de autoficción Para acabar con Eddy Bellegueule del joven escritor francés Édouard Louis, donde se narra el descubrimiento de su homosexualidad y los traumas causados por el rechazo familiar y social durante su infancia y adolescencia. La particularidad reside en el contexto donde se desarrolla la historia, una Francia rural impregnada de una asfixiante brutalidad donde la violencia como medio de reafirmación social, el rechazo al intruso -ya sea homosexual o inmigrante- o la complacencia en la falta de cultura y el desprecio a la educación o a la urbanidad en una malentendida conciencia de clase, no son sino el medio de supervivencia para gentes condenadas de antemano a una vida de esclavitud obrera con picos de miseria y donde el más débil, el diferente, paga el pato de la frustración colectiva.
En este entorno familiar, comunitario y escolar, el protagonista establece una lucha para evitar que su afeminamiento, que sus impulsos, lúdicos en un principio como vestirse con ropa de mujer, y sexuales después, tengan como consecuencia no solo el insulto y la marginación, sino también la violencia a la que inevitablemente se ve expuesto. El golpe y la agresión son el arma de reafirmación frente a los demás y en ese mismo juego llega a caer el protagonista en su intento de congratularse y de responder a lo que se espera de él. No obstante, la pulsión emocional y física de su orientación es irreprimible y asistimos a un combate donde ese deseo que quiere ser desterrado desborda las barreras autoimpuestas y no queda más solución que la huida.
Con un lenguaje directo, que no se escabulle de lo crudo ni evita lo escatológico, y que no busca en ningún momento el artificio, lo que en algunas ocasiones llega a empobrecer el estilo, Louis dota al relato de una honestidad que lo sitúe en las antípodas del melodrama y que llegue al lector como un golpe seco y contundente.
Para acabar con Eddy Bellegueule, de Édouard Louis
Trad. María Teresa Gallego Urrutia