Circula una leyenda que dice que los niños y jóvenes de hoy, esos que están todo el día con el Whatsapp o el Instagram, no leen. Que lo de la lectura es de otra época. Quizá de la que en España había más analfabetos; quizá aquella en la que prácticamente nadie iba a la universidad. Curiosa contradicción.
Porque lo cierto es que los niños y jóvenes en este país sí que leen. Y mucho más que sus padres y abuelos. Las encuestas de los Hábitos de Lectura de la Federación del Gremio de Editores recalcan que hasta los 14 años lee habitualmente –y esto quiere decir unos cuantos libros al año- más del 80%. Y por placer, además. Después las cifras comienzan a bajar inexorablemente, y al final, son nuestros mayores a los que menos se les ocurre coger un libro. Por ventas, el libro infantil y juvenil tampoco está nada mal situado: el año pasado facturó 267,3 millones de euros, lo que le convierte en la tercera materia con mayores ventas sólo por detrás del Texto no universitario y Literatura (si bien es cierto que cayó un 9,8%, como ha sucedido en todas las materias). Por ejemplares vendidos supuso el 18,3% de todo el sector, según el último informe Los libros infantiles y juveniles en España, del Ministerio de Cultura.
Por tanto, sí, es cierto, los niños y los jóvenes utilizan mucho las aplicaciones digitales, pero eso no quiere decir que no lean. Simplemente tienen otro tipo de referencias como otras generaciones tuvieron el cine o la televisión. Y no por su aparición se dejó de leer. No obstante, puede que haya que pensar que se lee diferente, que van a importar más las imágenes, que se va a pedir más interacción por parte de los autores, y que, igual hay que hacer un esfuerzo por enseñar comprensión lectora (ahí es donde fallamos en el famoso informe Pisa: leemos pero no sabemos qué leemos).
Por supuesto, uno de los grandes obstáculos –que ha existido siempre- es cómo evitar que a los 15 años se aparquen los libros porque importan más otros tipos de ocio. Para ello los expertos en educación infantil y juvenil reconocen que hay que hacer una ardua labor de prescripción y ver realmente lo que los chavales piden –no vale La Celestina-, desde la fantasía, las aventuras, el misterio, la novela de corte realista y la romántica. Y recordar a aquellas figuras que han acompañado a numerosos lectores desde su niñez a la edad adulta como los maravillosos Lewis Carroll, Roald Dahl o Michael Ende: ellos consiguieron la fórmula para que los lectores pasaran el trago de la adolescencia y continuaran con un libro entre las manos.
Si bien no deberíamos echarnos tanto las manos a la cabeza porque los niños no leen, lo que sí deberíamos hacer es aplaudir por la buena salud de escritores que se dedican a este género en la actualidad en España. En EnCubierta hemos querido hacer un buen repaso a lo que se ha publicado en los últimos años y entrevistar a alguno de sus autores para conocer cómo trabajan y, precisamente, cómo observan ellos el estado ‘lector’ de los jóvenes. Y el resultado es muy positivo. De hecho, Maite Carranza, autora de ‘Palabras envenenadas’, y ganadora del último Cervantes Chico, es tajante: “Ahora los jóvenes leen más que hace 50 años”. César Mallorquí, Premio Literatura Juvenil e Infantil, también reconoce que aunque los móviles quiten tiempo, “como antes quitaban los billares”, los jóvenes sacan minutos “para leer un libro”. Otro premiado, como Diego Arboleda, que ha homenajeado a los lectores de Alicia en el País de las Maravillas con ‘Prohibido leer a Lewis Carroll’, sostiene que “muchas veces cuando se escucha a un adulto que los jóvenes no leen dan ganas de preguntarle cuántos libros ha leído en el último año y cuantos ha leído su hijo adolescente”. Y Gómez Cerdá nos dice que “. Lo importante es leer, da igual el formato. El problema sería la pérdida de la lectura literaria.”
Para cerrar la revista os dejamos con nuestra habitual lista de recomendaciones en la que se incluyen desde clásicos como ‘Paulina’, de Ana María Matute a ‘El chico de las manos azules’, de Eliacer Cansino, ‘La voz del árbol’, de Vicente Muñoz Puelles, ‘El sueño de Iván’, de Roberto García Santiago o ‘El síndrome de Mozart’, de Gonzalo Moure. Esperamos que todos disfrutéis con ellas y que empecéis el año de una de las formas más placenteras: leyendo.
¿Te ha gustado el editorial?
Descárgatelo junto con el resto de contenidos de la revista.
Imagen: fotograma de La historia interminable de Wolfgang Petersen, 1984.