A finales de 2012 llegó a las librerías españolas Submarino, de Joe Dunthorne (Gales, 1982), la historia de un adolescente en Swansea (Gales) con ecos del Holden Cauldfield de J.D. Salinger. La misma introversión, los mismos deseos, pudores y arrogancias, pero en la era de Facebook. La novela, publicada originalmente en 2008, enseguida entusiasmó a la crítica y a los lectores e incluso se adaptó al cine con una película estrenada en el Festival de Toronto en 2010. Ahora que el libro está en formato digital hablamos con su autor, Joe Dunthorne, acerca de este periodo lleno de contradicciones, pero también de una vitalidad asombrosa.
La adolescencia no es un periodo fácil, e imagino que mucho menos retratarlo con un relato literario sin caer en obviedades. ¿Cómo se le apareció Oliver y por qué volcarse en la adolescencia?
Yo era bastante joven, tenía 22 años, cuando empecé escribir sobre Olìver. Quería capturar la vida de los adolescentes mientras todavía podía acordarme de forma muy clara cómo había sido aquello. Quería ser completamente honesto sobre la crueldad, el deseo y la arrogancia de los adolescentes.
¿Ha cambiado la adolescencia en la era de las redes sociales?
Creo que ser adolescente hoy en día es difícil. Los medios pueden ser una herramienta terriblemente efectiva para presionar, oprimir y avergonzar a la gente. Yo pienso que si hoy fuera adolescente me preocuparía bastante que mis errores quedaran para siempre en Internet. Y me resultaría, además, bastante complicado abandonar la casa de mis padres. Sin embargo, creo que los adolescentes de hoy, que han crecido con Internet, están menos asustados por esto que sus padres. Ellos aceptan, tienen que hacerlo además, que prácticamente toda su vida va a quedar grabada en la red.
¿Qué recuerdas de aquella fase de tu vida?
Yo era una persona tremendamente contradictoria. Era introvertido y extrovertido. Era trabajador y perezoso. Era dulce un rato, y cruel al momento siguiente. Me encanta la manera en la que los adolescentes pueden representar diferentes personalidades a la vez, deslizándose salvajemente entre lo infantil y lo maduro de una respiración a otra. Por eso me parece tan divertido escribir sobre adolescentes. Ellos hacen que las cosas ocurran.
La adolescencia también significa que abandonas la infancia. ¿Por qué siempre queremos dejar atrás esa etapa?
No estoy tan seguro de que queramos abandonarlo. Los adultos de mi generación se niegan o son incapaces de crecer. Los símbolos tradicionales de la adultez, la casa, la familia, se han convertido en algo problemático, al menos en Londres.
En la novela es divertida la relación que Oliver tiene con el lenguaje. ¿Cómo han influido las redes sociales o programas de mensajería instantánea como Whatsapp en la creación de un nuevo lenguaje?
Creo que la tecnología estimula las mutaciones del lenguaje. La compresión a la que te obliga Twitter o los mensajes de texto produce nuevas ideas. Tengo la sensación de que cada día tengo que buscar en Google una abreviación de la que no había oído antes hablar. FWIW (For What It is Worth), por si sirve de algo, me parece excitante.
Oliver se siente solo. ¿Es la típica falta de comprensión de los adolescentes o hay ahora una mayor sensación de soledad (a pesar de Facebook)?
Creo que Facebook crea un tipo propio de soledad. Esa forma desapasionada en la que escroleas las actualizaciones de estado de tus amigos refleja la mayor soledad que pueda haber en el mundo. Ahora bien, en el caso de la soledad que siente Oliver, creo que tiene que ver más con esta etapa de crecimiento en la que te das cuenta de lo difícil que es establecer genuinas conexiones con la gente, ahondar más allá de la superficie. Y esto ocurre ahora y ha ocurrido siempre.
¿Lo que sentimos en la adolescencia define el resto de nuestra vida?
Creo que al contrario, puede ser algo contra lo que reaccionemos, sobre todo si nuestra adolescencia ha sido difícil. Estos sentimientos puede ser la gasolina con la que nos construyamos una vida diferente.
Por cierto, esta novela fue adaptada al cine en 2010. ¿Qué pensó cuando vio a Oliver en la pantalla?
Estaba impresionado. La construcción que [el actor] Craig [Roberts] hizo de Oliver es asombrosa. Muestra una vida interior mucho más rica de lo que el propio personaje comunica. Él hizo la mayoría del trabajo a partir de su propia interpretación de la novela.
¿Cuándo vio por primera vez la película?
Se estrenó en el festival de cine de Toronto, en un cine impresionante y fue presentada por Ben Stiller. Yo estaba alucinado. Desde entonces he visto la película unas cinco o seis veces y siempre la encuentro mejor.
¿Participó en el rodaje?
Hice un cameo como profesor de teatro, pero desafortunadamente la escena desapareció en el montaje final.
¿Regresaría a su adolescencia?
Oh dios, sí.
¿Escribirá más libros sobre adolescentes?
Siempre me han interesado los conflictos emocionales, y los adolescentes son los reyes en este campo, por lo que no voy a abandonar este tema.
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