Literatura y cocina van unidas como el aceite de oliva a la dieta mediterránea. Véanse, por ejemplo, las multitudes de libros de recetas y de cocineros de renombre que inundan las estanterías de casas, librerías y tiendas de ebooks, así como las novelas basadas en alimentos o en la vida de un restaurante. Ambas disciplinas se nutren, para bien o para mal, porque la comida como la literatura puede ser una delicia o una basura.
Un ingrediente puede servir como hilo conductor de la trama más enrevesada y la cocina de un restaurante, como el mejor de los escenarios. Una buena cena bien puede valer para esclarecer el más oscuro asesinato o para pedir la mano de la persona amada. Inspiración culinaria al servicio de una buena pluma.
La manzana del Jardín del Edén de la Biblia, Las Nanas de la Cebolla de Miguel Hernández o varios de los relatos de Ernest Heminway tienen referencias culinarias. El escritor americano lleva a los protagonistas de Los Asesinos a cenar a un restaurante, y en París es una fiesta nos habla de pasar hambre en la capital francesa. Ray Bradbury también fue otro autor que utilizó la temática de las recetas de cocina y la buena mesa en algunas de sus obras, como en el Vino del Estío.
De hecho, no habrá pasado inadvertido para los lectores cocineros amantes de la buena mesa que muchas novelas vienen plagadas de recetas como si fuesen auténticos libros de cocina. George R.R. Martin describe exhaustivamente las decenas de platos que componen los numerosos banquetes que se dan los protagonistas de Juego de Tronos; y Haruki Murakami detalla minuciosamente los menús que cenan los personajes de sus obras.
Como creemos que tanto leer como comer (y cocinar) son grandes placeres, les dejamos un menú literario listo para pedir y servir. ¡Qué aproveche!
Carvalho Gourmet, de Manuel Vázquez Montalbán (Planeta, 2012)
Pepe Carvalho es la gran figura de la novela policiaca creada por Vázquez Montalbán. Personaje amargo, escéptico y melancólico, también es un amante de la buena cocina. Tanto autor como protagonista son buenos gastrónomos, y en este libro los lectores podrán conocer y cocinar aquellos platos que compartieron el autor y su personaje.
Las baladas del ajo, de Mo Yan (Kailas, 2013)
Mo Yan nos sumerge en una China desconocida, trágica y recóndita, a la par que contemporánea. La tragedia sucede a una economía dirigida y un sistema autoritario. El gobierno comunista anima a los granjeros a plantar grandes campos de ajo, pero la demanda es menor que las cosechas y es imposible vender el ajo. Los campesinos se sublevan y la represión es brutal; aun así, el amor y la lealtad surge en ellos.
Chocolat, de Joane Harris (Duomo Ediciones, 2013)
El chocolate como tentación, placer o evasión. Una mujer, Vianne Rocher, llega a un pueblo y pone en marcha una chocolatería enfrente de la iglesia. Frente a la alegría de vivir y el placer de ella, el cura del pueblo sólo ve el primer paso para caer en la tentación y el pecado.
La palabra se hizo carne, de Donna Leon (Seix Barral, 2012)
El nuevo caso del inspector Brunetti nos introduce en el mundo de la industria alimenticia, en concreto en el matadero de Preganziol, que proporciona carne a la ciudad de Venecia. La codicia de veterinarios corruptos pone en peligro la salud de los venecianos. Pero no todo el mundo está dispuesto a cambiar su honestidad profesional por dinero.
El vino de la soledad, de Irene Nemirovsky (Salamandra, 2013)
Irène Némirovsky recrea el destino de una adinerada familia rusa refugiada en París, y describe la venganza de una joven contra su madre. La novela sigue a la pequeña Elena de los ocho años a la mayoría de edad, desde Ucrania hasta San Petersburgo, Finlandia y finalmente París. La madre de Elena, una mujer bella y frívola de origen noble, desprecia a su marido, un potentado judío, y a su hija. El tiempo convierte a Elena en una joven hermosa, y el día que descubre que atrae al amante de su madre comprende que ha llegado el momento de vengarse.
Afrodita, de Isabel Allende (Plaza & Janés, 2014)
Anécdotas culinarias y sexuales, apuntes de cocina y de erotismo, Isabel Allende aúna los placeres de la comida y del sexo. La receta de la autora: “Me arrepiento de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana, ya que la sexualidad es un componente de la buena salud, inspira la creación y es parte del camino del alma… Por desgracia, me demoré treinta años en descubrirlo”.
Comí, de Martín Caparros (Anagrama, 2013)
Misterioso y explícito, hedonista y paranoico, celebratorio y llorón, Comí es un libro extraño: mezcla de novela, memoria, ensayo, basurero, es el relato de una caída y es, sobre todo, una reflexión brutal sobre la comida, los cuerpos y la medicina.
El chef ha muerto, de Yanet Acosta (Amargord Ediciones, 2011)
El investigador privado Ven Cabreira tiene que esclarecer las circunstancias de la muerte del mejor cocinero del mundo, que apareció asfixiado por la ingesta de pulpo vivo en una isla de Corea del Sur. En su búsqueda de sospechosos viaja a los mejores restaurantes de Europa haciéndose pasar por un inspector de la guía Michelin. Gastronomía, misterio y humor, así es la novela negra gastronómica.
Un viaje de diez metros, de Richard C. Morais (Seix Barral, 2012)
Hassan Haji nació en el piso de arriba del restaurante de su abuelo en Bombay, entre el aroma a curri y el sabor de las especias. Pero la tragedia empuja a su familia al exilio, y acaban instalándose en un pueblo de los Alpes franceses, donde madame Mallory, una famosa chef, regenta el sofisticado Le Saule Pleureur. A sólo diez metros, los Haji montan un pequeño local de cocina hindú. La gran chef francesa descubre, para su gran horror, que Hassan, el jovencito del otro lado de la calle, es un cocinero con un talento innato muy superior al suyo. La guerra culinaria está servida.