David Trueba (Madrid, 1969) vive de contar historias y para hacerlo no se conformó con un solo camino. Este novelista, guionista, director de cine y columnista ha transitado entre la intimidad familiar con La buena Vida o Abierto toda la noche, la historia del país, adaptando la novela de Javier Cercas Soldados de Salamina, y el documental biográfico con La silla de Fernando. Saber perder, publicada en 2008, es en sus propias palabras “una vuelta de tuerca a los sentimientos familiares, pero desde la intriga y la mentira”. Acaba de estrenar su última película, Vivir es fácil con los ojos cerrados, un relato luminoso de la España de los 60 sometida al yugo franquista, pero donde la llegada de John Lennon a Almería, hecho que se narra en la película, supuso una ráfaga de aire fresco en un país atrasado.
Ya en su primera película, La Buena vida y en su primera novela, Abierto toda la noche, la familia se convirtió en el eje de la historia. ¿Qué le movía a analizar las relaciones familiares?
La familia es el entorno social iniciático para cualquier persona. Es un universo propio del que todo el mundo sale transformado y convertido en lo que será. Es algo apasionante y lo sorprendente es que no sea tratado de manera más habitual. Al final, la mejor explicación de cualquier persona suele residir en su entorno familiar.
¿Cree que la familia es un modelo de convivencia en crisis, como afirman algunos, o sólo el modelo más tradicional? Porque muchos colectivos han luchado por lo contrario, ampliar el concepto.
No, no tengo esa visión angélica de la familia tradicional. La familia es fuente de alivio, pero también lo puede ser de acoso, violación, sumisión y convivencia terrible. Por eso no defiendo la familia, como no defendería jamás algo generalizando. Lo que hay que defender es la vida en convivencia sana y a veces se tiene que huir de la familia y de su entorno para lograr eso. La familia mejor es la que eliges, la de tus amigos y la gente que haces cercana. Si tienes la suerte, como es mi caso, de que mi familia de sangre forma parte de ese entorno cercano y maravilloso, bien, pero entiendo que para otras personas pueda ser la fuente mayor de dolor en su vida. Por eso no defiendo la familia tradicional, sino un concepto libre, abierto, moderno y basado en el respeto al ser humano.
¿No cree que la derecha más conservadora y la iglesia pretenden hacer suya la idea de familia para imponer su definición?
En general todas las religiones, como las patrias, apelan a valores sentimentales para reclutar a sus fieles y soldados. La labor de una persona inteligente está en resistir a que utilicen sus sentimientos para intereses ajenos. Lo emocional ha de ser siempre particular e intransferible. Si no, puede resultar hasta peligroso y alentar el enfrentamiento con los demás.
Quizás nuestra sociedad durante unos años ha dejado un lado a la familia, y el bienestar social propició el individualismo. La crisis ha revitalizado, de forma obligada muchas veces, la necesidad de lazos familiares y de sostén mutuo. ¿Algo pasajero?
Por supuesto, en Abierto toda la noche abría con una frase de Ambrose Bierce que declara el hogar como el refugio de último recurso. Para mucha gente, abandonados por el gobierno y por el poder económico, solo ha quedado el refugio de la familia. De nuevo lo que decíamos antes, la gran traición. Te utilizan y luego te expulsan. Por eso la gente necesita fabricar una intimidad. Pero para mí en la familia incluyo en grado supremo a los amigos, a quienes dediqué mi segunda novela.
Los Belitre de Abierto toda la noche no son precisamente un ejemplo de gente muy común, ¿o quizás sí? ¿Es berlanguiana o azconiana la familia española o sólo es una visión exagerada de lo que somos?
No sé, tiene que ver con la tradición del humor centroeuropeo. Pertenecemos a esa forma de ver la vida y seguramente en ese libro no hice más que traspasar lo que yo creía que era un retrato hiperbólico de las relaciones familiares.
En Saber perder o en La buena vida la estampa familiar es un poco más dura, se habla más claramente de pérdidas. Parece que las nuevas generaciones no se enfrentan con valentía a situaciones como las rupturas o a la muerte.
Saber perder es una vuelta de tuerca a los sentimientos familiares, pero desde la intriga y la mentira. Tres generaciones de una familia, abuelo, padre e hija, viven en una mentira sin poder apoyarse los unos en los otros, fingiendo que son algo distinto a lo que son. No deja de ser una saga familiar en la España de la precrisis. Lo más divertido es que cuando escribí el libro España aún festejaba lo de que iba bien y jugaba en la champions de la economía mundial, pero cualquier podía percibir que los andamios de la gente eran equivocados y por eso resultaba una anticipación de la crisis que luego se desencadenaría después. Una crisis de valores en la máxima extensión de la palabra, mezclada con el engaño continuado a las clases medias y bajas.
“Amor era una palabra mayúscula para los Belitre. Por aquella idea, individualmente, eran capaces de justificar las mayores atrocidades” Permitiéndome sacar de contexto esta frase de Abierto hasta la noche le pregunto si no es verdad que en muchas ocasiones malinterpretamos el concepto de amor, y lo sustituimos por el de pertenencia, tanto en la pareja como en la familia.
Mientras haya una mujer asesinada por su expareja bajo la excusa del amor, estamos obligados a pensar que la idea de amor que se vende en la sociedad es mentirosa y peligrosa. Amor, si es algo, debería ser respeto a la libertad del otro. Hemos fabricado un mundo inepto donde la gente no acepta que le puedan dejar de amar o que quieran dejar de convivir con él, y entonces dispara sus valores románticos inoculados por una ficción complacida y lamentable, de novela barata y película americana, que se convierte en pastosa y ridícula, si no fuera porque causa muertes y violencia. El amor es exactamente lo contrario de lo que mucha gente piensa. No es la cantidad del amor lo que importa, no es decir te quiero mucho, sino saber querer; la calidad del amor y no su cantidad.
Los ataques que está sufriendo la educación pública han puesto en relieve su importancia pero también los fallos de un sistema a veces colapsado. ¿A lo mejor es que la familia en este caso cede a la escuela su parte de responsabilidad en la educación de los hijos?
Por supuesto, los padres han mandado a sus hijos a la escuela sin saber que la más importante formación se produce en casa. También la intelectual, porque se reduce a una cuestión de actitud. Los colegios tienen demasiados alumnos por clase para poder tratar personalizadamente a los alumnos y ese fracaso general, que nosotros tendemos a atizarle a la escuela pública, en realidad es un fracaso social. De hecho, el índice de fracaso es mayor en la escuela privada, lo que demuestra que el defecto nacional parte de casa. Luego el fracaso es ciudadano y no profesional de los colegios y las leyes educativas. Los gobiernos y ministros de educación son ineptos, pero no son responsables de todo lo malo que sucede en este país.
Lo de vivir en una familia donde muchos miembros se dedican al cine, a la literatura, al periodismo (usted las tres cosas a la vez) condiciona en exceso. ¿Le disgusta que su vida en cierta manera esté un poco expuesta a la mirada de muchos?
Todo lo contrario, en mi familia somos minoría los que nos dedicamos al cine o a las labores artísticas. Entre ocho hermanos solo hay dos que seamos cineastas, los demás tienen trabajos honestos y satisfactorios. Así que la gran influencia en mi vida viene de ellos. Nosotros somos la excepción y tratamos de vivirla intensamente. Mi vida no está expuesta a la mirada de los demás, lo que sucede es que mi trabajo sí, y eso a veces es traumático, porque un abogado o un profesor no abre el periódico y se ve enjuiciado, ni un fontanero ni el charcutero, pero tú con tu novela sí. También es algo que aceptas cuando decides que tu trabajo se basa en la comunicación con los demás. Pero la vida privada es otra cosa y jamás he permitido que sea expuesta ni he hecho uso de ella.
Natalia de Molina, actriz de su última película, afirmaba en una entrevista que usted y el resto del equipo eran como una familia. Da la sensación que en el cine los vínculos laborales siempre van más allá de lo común. ¿Tanto une un rodaje?
A lo que se refería es a que se sintió tratada con delicadeza y cariño. Es una chica que debutaba, que salía de la nada, y merecía un trato especial, que todos la cuidáramos y la hiciéramos sentir protegida. Es un encanto de mujer, así que era una obligación por mi parte que se sintiera arropada y parte de mi equipo son así, calurosos y acogedores. Pero hay veces que el rodaje funciona de otra manera, más militar, más dura y es tarea del director proteger a los que lo necesitan, no maltratar a nadie, cuidar a las personas. Forma parte de nuestra labor, por mucho que algunos directores no lo crean. El mejor mando es aquel que también sabe proteger a las personas, porque a la larga eso le sirve para sacar lo mejor de ellos.
¿Me puede señalar algunas novelas o películas donde el eje central sea la familia que le hayan influido a la hora de escribir o de dirigir?
Me encantan las novelas de Bohumil Hrabal, donde el matrimonio es una presencia habitual. También en el mejor John Irving, y en algunos relatos de Baroja, donde se retrata al español en su entorno habitual, tanto familia como valores sociales. Y una de mis novelas favoritas es Lolita, donde Nabokov reflexiona sobre la familia y el deseo. También Pastoral Americana de Philip Roth me parece una novela esencial y por hablar de la reciente nobel Alice Munro, sus cuentos en una proporción bien elevada, hablan de relaciones familiares muy bien detalladas. Me gusta mucho también Ann Tyler.
En su cine y en sus novelas siempre se respira un tono optimista. A pesar de todo lo que nos está pasando, ¿hay razones para estar esperanzados?
Eso es una cuestión de actitud personal. Razones para la desesperación hay miles. Lo hermoso es ser capaz, dado nuestro trastorno, la mediocridad, los defectos y la corrupción que nos rodea, es ser capaces de en medio de tal desastre, crear algo bello, ser buena gente, ayudar a los demás, tratar de ser feliz. Eso es lo maravilloso del ser humano. Ese destello en mitad de la
negrura.
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